Las supersticiones más curiosas de los jugadores de lotería
Cuando la lógica no es suficiente
Elegir un número de lotería no siempre responde a un criterio racional. Aunque las probabilidades sean iguales para todos los números, miles de personas deciden su décimo en base a rituales, intuiciones o hábitos personales que poco tienen que ver con la estadística.
Es lo que en neuromarketing se conoce como comportamiento simbólico: el jugador no busca maximizar las opciones matemáticas, sino proteger su decisión bajo una capa de sentido emocional. En ese proceso, se activan creencias, tradiciones familiares y una necesidad casi inconsciente de conectar lo imprevisible con lo familiar.
En muchas administraciones de lotería, como La Manita de Oro, es habitual que los clientes pregunten por fechas concretas, números con terminaciones específicas o incluso por “el mismo que el año pasado, que me dio suerte”. Esa conexión emocional es, muchas veces, más poderosa que cualquier análisis de probabilidad.
Cada número representa algo personal para quien lo elige. Y eso lo convierte en único.
Las supersticiones más frecuentes
A lo largo del tiempo, algunas supersticiones se han ido extendiendo entre los jugadores, convirtiéndose casi en tradiciones compartidas.
Elegir fechas significativas
Muchos jugadores optan por números relacionados con fechas de nacimiento, aniversarios, fallecimientos o incluso días en los que ocurrió algo importante. No se trata de buscar una combinación ganadora, sino de honrar un recuerdo o atraer energía positiva vinculada a ese día.
Jugar siempre el mismo número
Otra práctica común es repetir año tras año la misma cifra, aunque no haya sido premiada nunca. En estos casos, la perseverancia se transforma en un amuleto. Abandonar ese número puede generar incluso ansiedad, como si fuera un acto de traición al propio ritual.
Evitar ciertas terminaciones
Hay jugadores que rechazan de forma sistemática los números acabados en ciertas cifras, como el 0 o el 13. Otros hacen justo lo contrario: buscan el 13 como desafío a la superstición tradicional. Estas decisiones suelen estar marcadas por creencias culturales o experiencias personales previas.
Comprar en administraciones con “suerte”
Muchos compradores prefieren adquirir su décimo en una administración que haya dado premios anteriormente. En ciudades como Cornellà de Llobregat, es habitual que La Manita de Oro reciba visitas de nuevos clientes tras repartir algún premio, como ocurrió con el Segundo del Niño en 2023. Para ellos, el lugar también influye en el resultado.
La superstición no garantiza el premio, pero sí refuerza la ilusión de estar más cerca de él.
¿Funcionan estos rituales?
Desde un punto de vista matemático, no hay ninguna diferencia entre un número elegido al azar y otro basado en un sueño o una fecha concreta. Pero en la experiencia del jugador, la diferencia es enorme.
El valor de estas supersticiones no está en su eficacia real, sino en el impacto emocional y motivacional que generan. Ayudan a crear una narrativa personal, a conectar la participación con algo más profundo, más simbólico. Y esa conexión es precisamente la que fideliza, la que motiva a volver, a compartir, a repetir el ritual año tras año.
Desde el punto de vista del marketing emocional, estas prácticas son clave para comprender cómo decidimos, qué nos mueve a participar y qué esperamos realmente del sorteo. En muchos casos, la esperanza de que el universo “nos guiñe un ojo” pesa más que cualquier análisis racional.
Si lo que nos mueve a comprar un décimo es recordar a alguien, desear algo, cerrar una etapa o empezar otra, entonces ese número, premiado o no, ya ha cumplido su función.
En La Manita de Oro, entendemos que cada número tiene una historia detrás. Si tú también tienes el tuyo, puedes reservarlo online, sin comisiones, desde cualquier lugar y con toda la seguridad de un Punto Oficial.
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